A DOS TIEMPOS


El frío me acompaña, camino y llueve; recorro el pasaje que anduvimos; la brisa me golpea, me recuerda que estoy vivo, sonrío y salto, feliz me ahogo en la melancolía; aquel tiempo no sólo fue pasión, fue una melodía a dos tiempos, acordes disociados danzando vendados; pido un SOS a tu recuerdo, a tu sentimiento; mientras huyo temeroso de ti, de mí, de nosotros, o del universo; extrañar se hizo un deporte universal, mudo casi siempre, doloroso para algunos, placentero para otros, incluso hay quienes lo practican inmunes, inconscientes, como respirar; extrañar es mi pesadilla; siempre ando recorriendo los bordes de mis pisadas, y continuo el recorrido con los pies, dejando mente, sentimientos, vista atrás; soy un retrospectista masoquista que se alimenta del dolor del pasado para dar rienda suelta a mi creatividad, quien vive mi presente es un fantasma, un holograma, una sombra que avanza más rápido que yo, para asegurar el pasado que alimenta mi agonía.  

Tú queriendo enamorarte, yo queriendo jugar; continúa la melodía, tú recapacitas al ver lo doloroso del querer, yo temeroso tiemblo al ver que me enamoro, tú deseando querer alejarte, yo pensando dar un paso para hacerte mi permanente compañera, pero este tema avanza y tú logras desgarrar el sentimiento y marcharte justo cuando yo decido dar rienda suelta a mi amor; y la canción no terminó, quizá sí, y esto sea sólo el eco de sus últimas tonadas; ahora danzamos sueltos, distantes, yo sobre alfileres de recuerdos que me flagelan con los tiernos recuerdos tuyos, tú a salvo de mí, yo sordo danzo sin música, queriendo creer que aún no terminó.

Bogotá me acobija en su helada noche; es mi neverita amada; dentro de ese vestido helado, su cuerpo cálido de Usaquén a Sumapaz me recuerda que la vida continua; me subo a uno de sus miradores para despedirme de ti, continuo mi marcha, la lluvia no para, pero imagino que hace sol; siempre mi mente transportada a un imaginario de otro tiempo; veo caer la lluvia y deseo ser otra vez niño, para jugar a mojarme, para recibir cada gota como un regalo del cielo. Ya mis lágrimas se fundieron con la lluvia, mi risa es más sincera; avanzo; sólo se ven las ondas en los charcos de mi última pisada, lentamente se difuminan esas ondas con las tonadas que proporcionan las gotas que le penetran, ya no hay rastro en el charco de mí, adelante de él otras hondas que se van desapareciendo, y más lejos un hombre que avanza, y yo echo recuerdo voy de charco en charco intentando algún día alcanzarme.


Comentarios

Entradas populares de este blog

¿QUÉ TANTO TE CONOCES?

Caos

Halagos y Críticas