UNA ANGUSTIA QUE CALLAMOS

El teatro es un acto comunicativo, que nos habla sin permitir la creación de dialogo (con algunas excepciones), es decir como espectadores no podemos transformar su discurso, este ya está construido, y es el que es. El verdadero dialogo se reconstruye en nuestra mente; entre nuestra forma particular de ver el mundo a partir de nuestras experiencias de vida, y el mensaje que nos dejó la obra, sus temáticas, sus imágenes y textos. Ser espectador de teatro es una experiencia maravillosa, nos permite meternos en la mente de los creadores, y decodificar sus modos de pensar sobre “x” tema que se desarrolla en la obra, pero nuestra lectura siempre estará permeada por la subjetividad; no importa, somos dueños de nuestras interpretaciones, y entre más arte consumamos, más amplia será nuestra percepción del mundo.
Ayer fui a ver el estreno de: LA CELEBRACIÓN Un Gesto Del Deseo, Premio Beca Distrital a Directores con Trayectoria, de la Orquesta Filarmónica – IDEARTES 2010. Obra dirigida por Juan Carlos Agudelo, con dramaturgia de Ángela Valderrama Díaz, e interpretada por el elenco de La Casa Del Silencio – Maison Du Silence.
Este título ya famoso por la película de Thomas Vinterberg, nuevamente trae mundos ocultos, sombríos, y llenos de agresiones, por aberraciones, e insatisfacciones humanas, que se revelan en contra de otros. Pero esta obra teatral, nos habla con su cuerpo, con sonidos onomatopéyicos, con los objetos, con la plástica, con la luz, con la oscuridad, y con el deseo; motor punzante de cinco personajes que delibera en la afectación recíproca entre ellos.
La obra se desarrolla en un vecindario pequeño, tres apartamentos, y la calle. En este espacio confluyen: una pareja de casados, una mujer solitaria, un vigilante, y un hombre solitario. Es una zona insegura, y el único vigilante que vemos, es un soñador, que en momentos se convierte en una figura poética de la soledad frustrada, por el auto conformismo, y su timidez. La chica del tercer piso es la homenajeada, desea verse hermosa y atraer miradas (aunque lo consigue, no está satisfecha con su figura), sueña con estar enamorada. La pareja de casados, revelan el inconformismo con lo que se tiene, ella desea al hombre del primer piso, y él la ve a ella como un objeto más de su posesión. El hombre del primer piso, es un fetichista obsesivo que desea sexualmente a la chica del tercero. Todos desean lo que no tienen, ninguno es movido por el amor, sí por el deseo. Es esto lo que trae fatales desenlaces, sumidos en el silencio del vecindario, un pito es el eco de la individualidad, que nos encierra y nos aleja del cambio. Parece que el teatro gestual fuera está vez más que pretexto para llevar a cabo este montaje, el silencio es vital para hablarnos de lo que callamos, de lo impotentes que somos y queremos ser frente a lo que ocurre en nuestras narices. La vida sigue igual o peor porque callamos.
La obra entrega mundos oníricos, fantásticos, sub-realistas; con imágenes contundentes y precisas, en un lenguaje de movimiento, solo deseo verla en otra temporada, para verla con mayor ritmo, y sentir que el tiempo no es tan largo.

Hernán Yllanas Grisales - ACIT - 22 de Junio de 20011

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