A UNOS PASOS DE LA META

La primera imagen muestra a un hombre corriendo, lleva un número en su camiseta, su actitud es de estar punteando una competencia.

Segunda imagen, el hombre frente a un espejo, se habla.

Hombre: ¡Ganar! Siempre has estado en una competencia, siempre quieres conseguirlo todo fácil, esa sensación de sobrepasar a los otros. Conquistar como decía Don Juan. Te sientes tan bueno, que restas importancia a lo que digan los otros, y eso está bien, pero temes, temes a fallar, ese temor al fracaso te está impidiendo ser tú, te está encerrando, y te estas negando triunfar. Tú y tu inseguridad son tu mayor obstáculo.
Ya sé porque amas saltar, son esas milésimas de segundo que estás suspendido, que vences la gravedad, que vuelas, por eso te gusta el atletismo. Cuando la punta de un pie te impulsa y sientes, y ves todo lo que avanzas en esa suspensión, hasta que el talón de la otra extremidad toca la superficie. Saltar es como conquistar; en la segunda tu suspensión es un poco más larga, luego tocas la superficie y buscamos otro objetivo para conquistar. Pocas mujeres me han dado ese placer de sentir que amo, la mayoría no superan los quince días o el mes, luego te hastían.
Yo me había preparado, todos los días salía a trotar una o dos horas; cada día trabajaba en ampliar el número de vueltas por tiempo. Estaba listo para ganar; era la quinta o séptima competencia, sabía que esta vez tenia gran oportunidad, en las anteriores me había ido bien. Sobre todo en la primera. En la primera crees que vas a ganar, pasas a muchos, pero bastantes están delante de ti, y al final nos queda un impulso, que nos dice que podemos hacerlo mejor, eso me recuerda la primera vez que me enamoré, la chica del sur.
El primer amor, crees que estás atado por un vínculo eterno, luego termina y te hundes en dolor, y crees que hiriendo a otras mujeres, puedes vengarte del dolor que recibiste. Deseas hallar a la que calme tu dolor, muchas son como pastillas, calman tu pena por unas horas, después de buscar tu salvación en un coctel de placer y sudor, ves que esa no es la que amas, y aún está en tu mente. Comparar es incómodo, pero el subconsciente no lo puede evitar. Cambias de empaques, mujeres inocentes de tu corazón aferrado al pasado.
La del sur me enseñó a amar, luego, luego cruzas la meta y no ganaste, entregaste todo y solo quedo el vacío. Ahora quieres desahogar tu pena. Cuantas buenas y bellas mujeres hiciste sufrir. Ya es demasiado tarde para valorar lo que te ofrecían. Por qué me cuesta tanto enamorarme; conozco algunos que se enamoran con una facilidad. Debe ser que no me miento.
Empecé a entrenar en asfalto, era más emocionante, sentir los carros rosarte con el aire. Querer mantener una velocidad promedia y proponerte superar su velocidad, entregarse al placer de sobrepasar al más hábil. No conocía a nadie con mi ritmo, de cierta manera estaba solo, me sentía en la cúspide, me veía con la medalla de oro en los olímpicos, en los cinco mil y diez mil metros planos. Ese era mi sueño.
Cuando termino todo con la del sur, hubo algo que me gusto, como para sacarla de tu cabeza, te ocupaste y obsesionaste tanto con tu trabajo, que pocos lograron saber que su ausencia me estaba matando. Nunca salió de mi cabeza. Pasados cinco años volvió. Ella quería volver a empezar, ya no te gustaba, la despreciaste. Ya ni deseos de vengarte tenías. La besaste para comprobar que tenías el mando, ya no había amor y se cerró el capítulo.
Hubo una temporada en que mi tiempo era más corto por recorrido, estaba acercándome al record nacional. Parecía que estuviera corriendo a toda velocidad, y al final, mi pique dejaba ver todo lo que tenía.
Cuando vi a la del norte… Lo más cercano al amor a primera vista, luego supe que estaba comprometida. El suertudo era lo más cercano a la imbecilidad; siempre el que está con la que amamos es el peor prototipo. Fue tan importante ella para mí, que respeté por mucho tiempo su condición. Los dos ya no podíamos resistir, el rose de labios era la suspensión del tiempo, mientras nuestras almas se fusionaban; poco pudimos luchar, los besos no se hicieron esperar, entonces tuvo miedo y se alejó, se sentía culpable, había sido infiel y lo peor es que deseaba seguir conmigo, pero otras circunstancias materiales la ataban a él.
Un día salí a entrenar; antes del primer kilómetro, la rodilla… una punzada aguda me detuvo, lo intente de nuevo, no pude continuar, camine, calenté mis articulaciones, volví a intentarlo, el dolor era como si tuviera atravesada una aguja, y lo sentía al tercer paso de correr. Lloré, sentía que mi sueño se derrumbaba.
Fui su amante, algunas veces ella planteaba la intención de terminarle, antes de una semana su actitud era la opuesta. Sufrimiento e incapacidad, no quería perderla. Dos años de ese juego, no podía alejarme, en la lucha de mi orgullo, gano su amor, fui masoquista, tenía la esperanza de ser el único en su vida, ella estaba más tiempo a mi lado, y creía que lo nuestro sería permanente. Que equivocado estaba.
Luego el dolor se fue alejando, una semana podía correr, la siguiente el dolor de rodilla me lo impedía. Rayos x, y mil terapias, ninguna efectiva, la operación era sepultar mi sueño de correr. Era una lucha por continuar con mis metas, pero correr cuidando tu rodilla, era como correr de mentiras, como jugar con lo que te apasiona, como cuando disfrutabas de manjares exquisitos, conscientes que tu gusto solo estaba en ella.
Cuando todo terminó sufrí mucho, me encerré y evite hacer daño. Fue así como conocí a la del Centro, ya había pasado bastante tiempo solo, y la vi descender como un ángel, estaba muy prevenido, no quería sufrir, y ella deposito la fragilidad de su vida en mis manos, intente negarme pero termine completamente enamorado, sorprendido de todo lo que estaba sintiendo, quería que fuera mi esposa, pero no creo en esas ceremonias, era solo para complacer un sueño a esta nueva musa de mi inspiración. Hay emotividades, que te transforman de una manera sorprendente.
Inicio la competencia y yo arranque entre los primeros, comencé a superar adversarios, algunos eran más difíciles de sobrepasar, y durante cien o quinientos metros, los tenía hombro con hombro. Después de superar la mitad, estuve junto a una mujer con gran ritmo; era una campeona nacional, ella comenzó a acelerar y yo me le pegue al paso, cada zancada era un vuelo como de dos metros.
Te estresabas con frecuencia, y le hiciste daño a ese angelito, llego un momento en que discutías con ella, luego pensabas en que hubiera pasado si hubieses tenido una verdadera oportunidad con la del norte, recordabas el dolor que te hizo sentir, y pensabas en vengarte, deseabas que regresará para jugar con ella, como sentías que ella lo había hecho contigo. No te imaginas el daño que le hiciste a la ninfa dueña de tus sentimientos, la del centro era tu más preciado tesoro, pero no pudiste impedir hacerle daño.
Faltando menos de un kilómetro el aire comenzó a írseme, no pude continuar el paso de esa mujer, comencé a bajar el ritmo, faltaba solo quinientos metros, yo era el primero de mi categoría, miraba atrás, nadie, si mantenía el ritmo, el triunfo era mío.
La del centro supo que aún pensabas en la del norte, tú sabias que la del centro era la única que me importaba, que daba mi vida por ella, pero el orgullo no te permitió luchar, perdiste un gran tesoro, ella nunca dejo de amarte, pero se sentía herida, te amaba, yo también la amaba. Intenté recuperarla.
En aquella ocasión las luces se me fueron y me desmaye, al despertar y ver los socorristas, me desesperé, me levanté preguntando por la meta, era muy importante cruzarla, la competencia estaba acabando, cruce, pero no había ganado.
Ahora que te veo, ahora que te reprocho por todo lo que has dejado pasar, por desperdiciar tantas buenas oportunidades, ahora sé que yo he tenido temor, que debí arriesgarme, pero temo amar, si tú, que te crees un Don Juan, que tienes el ego tan alto para saber que puedes conquistar a la mujer que te propongas, y comprobártelo, tú matas al león y te asustas con su sangre, enamoras y le temes al amor, y cuando lo sientes, usas mil máscaras para ocultar tu fragilidad.
¡Ya! Reacciona, hablo contigo, hablo conmigo, maldita sea, arriésgate, deja de querer ser el mejor, arriésgate a hacerlo mal, para variar, para refrescarte, entrégate sin miedo. No te juzgues más, deja de pensar en los demás, qué importa lo que piensen ellos, solo hay una vida, y te la estas negando.
Que estúpido, me recuerdo lo que ya sé, intento reflexionar, para organizar mi futuro, intento diagramar lo que va a suceder, y en la práctica, todo suele tomar otros rumbos, la vida no es un juego de ajedrez, aunque en algunas cosas se asemeja, pero por qué es tan difícil ser feliz, no, la pregunta es otra, por qué temo ser feliz, por qué no me arriesgo, temo amar, temo muchas cosas, quiero tener todo bajo control, eso me está impidiendo vivir, eso me está alejando de la vida.
Me agradan tantas mujeres, pero aún no hallo la que me dé la chispa que rompa mis miedos, algunas veces, intento fijarme en alguien, al poco tiempo le he perdido todo interés, pero no importa debo seguir atento, en cualquier momento puede aparecer, quizá entre alguna que otra aventura, lo importante es vivir, es no negarse a ese hecho de intentar, de caminar en un piso inestable, un mundo de riesgos, donde vivir tiene sentido, sin importar si se pierde o si se gana, ahora lo entiendes, solo falta lo más fácil, ponlo en práctica.
Todos se aglomeran hacia la salida, si no estoy atento, me pueden arrollar y pisotear, debo salir avante , ubicarme bien, y comenzar luego a sobrepasar, esta vez no intentaré ganar, esta vez buscaré disfrutar la competencia, si gano fabuloso, si no, me habré divertido, habré gozado cada instante, ese placer es más excitante.

Tercera imagen, el hombre en postura de iniciar una competencia, suena un disparo. Él corre.

Cuarta imagen, el hombre en la calle, mientras se acicala.

Hombre: Después de un fracaso es difícil volver a iniciar, pero aquí vamos, esta competencia puede ser la última, así que intentemos disfrutarla. ¡Pero que veo, Dios existe! (Cruza una mujer) De nuevo en competencia, no me puedo quejar, la ruta se ve muy interesante, esta vez intentaré no temer. Oye, disculpa… (Sale, tras ella).

Hernán Yllanas Grisales
Abril 2011

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿QUÉ TANTO TE CONOCES?

Caos

Halagos y Críticas