EL TACTO

EL TACTO

Amanece con un rayo de luz que modifica el contexto de mi cuarto, un calor violeta que purifica mi espíritu, me pongo de pie, respiro y las partículas del aire navegan en mi cuerpo, rozándolo todo por dentro, cada espacio de mi cuerpo recibe esta sensación de frescura; así empezaba cada día de mi vida, hasta ese día en que ella cruzo en mi existencia.

Un viernes 24 de diciembre, luego del desayuno, decidí salir y dar un paseo, estuve por la avenida, escuchando el controvertido dialogo del caos, sintiendo las velocidades de aquellos que me rodeaban, oliéndolos, escuchándolos; camine alrededor de media hora hasta llegar al parque, estando ahí busque una silla, donde tome un merecido descanso, el parque es uno de mis lugares favoritos, los niños riendo, los novios fundiendo sus alientos, los abuelos recordando, los padres con sus hijos, las historias de los compañeros de asiento, el fragmento de naturaleza con sus olores; todo es tan fantástico, así la conocí a ella.

Alguien me dijo que eran las once, entonces esparcí el maíz que había comprado al mismo vendedor de siempre, al golpear los granos con el piso sentí el aleteo de decenas de palomas, su aterrizada y su picotear se desvanecieron cuando escuche aquella fogosa voz, me pidió que le guardara algo, no se que, y al rozar sus manos, sentí mil chispitas de un placer indescriptible, el paquete que me dio lo guarde entre mi gabán, ella dejo que su millar de partículas invadiera mi atmósfera, sentí el cuerpo celestial de un ángel, que junto a mi, en la banca se sentaba, ella inicio, y durante largo tiempo nos acariciamos con tantas palabras, ella preguntaba sobre mi, yo respondía y correspondía con otra pregunta, al parecer nos contamos media vida, ella tomo mi mano de repente para leerla, eso decía, y cuando estaba llegando a la cúspide de la emoción, cuando el contacto de las dos epidermis producía la explosión de mi conmoción, representada en mi sudor, entonces sin sentirlo un hombre con su voz ronca la llamo, Luz era su nombre, le pidió el paquete, ella soltó mis manos y con las suyas saco el paquete de su escondite, sentí el paraíso de su olor. El hombre se fue luego de recibir lo que buscaba, ella espero un poco, entonces sentí un extraño miedo en ella por el olor que expulsaba; era como el olor que expulsan los gatos después de terminar el acto, justo en el momento en que su compañera lo sigue para calmar su dolor con la muerte del macho, el miedo se fue desvaneciendo mezclándose con las partículas del contaminado aire de ciudad, volvió a ser la de antes, entonces me dio las gracias y se levanto, tuve una gran perturbación por no saber nada de esta enigmática mujer, ¿Qué contenía el paquete? ¿Por qué sintió miedo con tanta magnitud? ¿Quién era ella?

Le pedí que se quedara, que tenia una inquietud por lo del paquete, y que quizás conocer la causa a la que había aportado mi apoyo, me subiría el animo, ella me pidió que no preguntara sobre ese asunto, se volvió a sentar y comenzó un intercambio de vocales y consonantes que danzaban entorno a oscuros pero humildes deseos de hacer patria, de crear ciudad, de ordenar el caos, era como escuchar ebrios arreglando el país sumergidos en el alcohol, pero ella con sus cinco sentidos exponía con vehemencia, y sustentando con sabiduría las debilidades del gobierno, y proponía tales soluciones que me asombre de su perspectiva casi fantástica, para quienes acostumbrados a los atropellos de siempre agachan la cabeza y siguen cual borregos, yo si me embriague con el licor que producía la sustancia de sus palabras, con el aroma que de sus poros se transportaba a mis bellos olfativos, embriagándome con el sabor de su sudor de persona atractiva e interesente. Todo lo compartí menos la violencia, porque es el camino de los ciegos, las palabras de los mudos, que en el vapor de su calor colérico busca atacar, olvidando los ideales, en pro de la muerte.

Tanto hablamos que quiso acompañarme a casa para así devolverme el favor, entonces partimos conversando, ella evadía las preguntas, aunque entre frase y frase su mundo se me fue revelando; sin contarme, lo decía todo. Eran las seis de la tarde, los ruidos que produce una ciudad, el transporte, la gente, todo aturdía, como si entre el bullicio se escuchara el grito de una metrópoli, “Bogotá es un comedor donde solo los ricos comen, los demás bajo la mesa esperan que caigan las migajas”, creo que ella también escuchaba, pero con su cálida voz opacaba todos los otros sonidos. Es la primera vez que entro una recién conocida a mi apartamento, preparamos café, luego sentados escuchamos música, e inicio un baile fantástico entre nuestras exhalaciones y el aire, que rompían con el ritmo que nos obsequiaba Bach, unas bebidas servimos, cuando el café se había hundido entre nuestras gargantas, ella cambio la música y me invito a danzar, mientras me absorbía con sus manos, que al contacto robaban colores vivos de mi ser, los mismos que brotaban al unísono que mil hormigas marchaban; fijando como boca de su hormiguero a mi ombligo, sentir su piel ahora era más increíble, que cuando sus manos buscaban dentro de mi gabán el paquete, ni aun así cuando también tocaba mis manos para leerlas y sus células hicieron por primera vez el amor a las mías, produciendo un orgasmo de sudor, pero esta vez nuestra manos juntas con el pretexto del baile, me transportaban a un paraíso nuevo, tú me guiabas en el baile, yo a ti en el tacto, tanto así que termine leyendo la piel de todo tú cuerpo, con mis dedos, con mis manos, hasta que juntos los cuerpos se nos fusionaron en medio de la desnudez, mis labios probaron los tuyos como fresa, probando luego todas tus frutas, y saboreando la ensalada de tu esencia, mi oído bailo con tus sonidos, con los míos, con los que realizábamos, y en medio de esa sinfonía mi olfato te devoraba al sustraer el olor de tú sudor, y mi tacto tocaba el piano de tu cuerpo, en el toma y dame en que dialogaban nuestras manos, te acariciaba, me rasguñabas, me apretabas, te percutía, y con el banquete que tuvo el tacto, como los otros sentidos, me fui hundiendo en las arenas movedizas de tus piernas.

Fue tanta la emoción, la explosión de los sentidos, que termine por perderlos por completo, extasiado de la felicidad, solo respiraba, mi cuerpo se movía, pero deje de sentir, mis sentidos en la cúspide de la realización estallaron perdiéndose en el universo. Entonces escuchamos la magia que se elevaba y en el cielo explota, en el aire se mezclaban las voces alegres que daban felicitaciones, con las respiraciones agitadas cargadas de deseo, a mientras algunos abrían sus regalos, yo disfrutaba del dar y recibir los dones del cuerpo y sus sentidos. Al amanecer, el rayo de luz no logro modificar el contexto de mi cuarto, que se negaba a perder la magia nocturnal, que había alcanzado el día anterior, el calor violeta del sol rebotaba, al sentir el calor rojo vivo que respiraba en nuestros cuerpos, respirábamos las partículas del aire que circulaba de un cuerpo al otro, mi cuarto sin oxigeno navegaba en su cuerpo, y eso nos permitía vivir.

A partir de ese día todos mis amaneceres cambiaron, no se cuanto, solo se que ya no volverán a ser iguales, esa experiencia a cambiado mi vida, cuando miro lo que era antes, me asombro de todo lo que me había perdido, de todo lo que fue y no será jamás. Durmió abrazándome, con esa respiración pacifica, le hable y no respondió, realmente dormía y con su respiración me guió al sueño, me deje llevar y quede profundo, dormí como nunca.

A medio día desperté y ya no estaba, grite y nadie respondió, no la halle, no la sentía, el olfato sentía el desvanecer de su efluvio, mi apartamento vacío, sin ella, solo yo en mi soledad con el sollozo de mi alma, mientras volvían los sonidos como monstruos que se burlaban de su partida, abrí la puerta, no la percibía, después volví a la sala, me senté y espere.

Desde entonces no he vuelto a salir de mi apartamento, pido la comida a domicilio, y me siento a esperarla, sentado en el sillón, percibiendo cada sonido, esperando escuchar sus pasos acercarse, y nada. No salgo de mi sala, baño, y cocina, no volví a dormir en mi cuarto, duermo en el sillón, por si le da por venir de noche.

Son muchos los días, semanas, quizás meses, no llevo la cuenta solo se que la espero, y espero que regrese por que mis sentidos reclaman su presencia, pero en especial mi tacto, necesito sentirla, olerla, oírla, saborearla, volver a tenerla entre mis manos, rodar mis dedos en su cuerpo. Solo escucho la radio a las once, una hora antes de terminar cada día, me asusta pensar que algo le haya sucedido, sus ideologías, su forma de luchar para el cambio, la convierten en una suicida a cuenta gota, cada segundo su vida disputa en la cuerda floja su triunfo o su muerte, cada instante esta a punto de morir, eso me asusta, pero mientras viva tendré la esperanza de volver a tenerla, de disfrutarla, y de fusionar sus sentidos con los míos, para así poder ver y mirar la verdad.

08 Abril 2005 (11-50 PM)

Hernán Yllanas Grisales

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿QUÉ TANTO TE CONOCES?

Caos

Halagos y Críticas