¿CUÁNTO APORTAS AL FESTÍN DE SANGRE?
El Martes 7 de Abril tuve el
privilegio de observar la obra: “Performance
A Quema Ropa por las Divas Corruptas”; dentro del marco de la Cumbre Mundial de Arte y Cultura para la
Paz de Colombia, en el Teatro La
Candelaria. Una puesta que parte del discurso irónico que sostienen algunos
“ciudadanos de bien”, de “alcurnia”, de “nuestros medios masivos de manipulación,
quise de decir de comunicación”, e incluso de algunos levantados y arrastrados que consideran que hay un orden celestial que obliga al pobre a padecer y servir
a los que ostentan el poder. Con sonrisas recorrí la obra, llena de discursos
elaborados con la precisión que colinda; los absurdos postulados que consideran
dogmas esos que hoy marranean sobre el pueblo colombiano, y la ironía que
devela tanto lo despiadado de estos, como nuestra complicidad sometida,
temerosa y hasta generosa para con nuestros verdugos; internamente celebraba la
manera sarcástica con que asumían el tema, pero a su vez me desgarraba la
memoria al recordar las posturas de muchos compatriotas; los que prefieren no
saber, los que son impunes al dolor del prójimo, los que creen que si no se
inmiscuyen no tienen responsabilidad (y gracias a esa pasividad un tres por
ciento manipula a su gusto al resto de Colombianos); aquellos que defienden a
los bandidos, y que incluso les idolatran y les permiten ser falsos profetas (me
suena a premonición de ese compilado de libros que se supone siguen, pero al
parecer no comprenden), otros aún más triste; reproducen lo que dicen algunos
medios masivos, sin detenerse a procesar e interpretar lo que contienen estos
discursos.
La obra ofrece distintos juegos,
cada uno devela este gran absurdo, incluso cuestiona que tan corruptos podemos
ser, por accionar, por callar, por permitir, por cubrir, por obviar; e incluso
me quedé pensando si esa corrupción alimentada por el facilismo que nos vende
este contexto cultural, lleno de narco-novelas y prosti-novelas, donde creemos que ser “abeja”
es pasar por encima de otros, y buscar lo fácil para nuestro beneficio; como
colarse, como irrespetar y pisotear a quienes cumplen las reglas (y yo que no
hice fila, me sentí parte del problema).
La obra terminó exponiendo
víctimas por terrorismo ocurridas en días 7, en distintos meses, en distintos
años, dentro del territorio nacional; cuantos
muertos, cuantos hermanos y hermanas desaparecidos por esta violencia; cuantos
que al parecer hemos olvidado, desde antes del 30 vivimos una terrible guerra (recordemos la Matanza de las Bananeras
por allá en el 28), nuestra historia está llena de masacres y más masacres…
Guerras de empresas contra el
pueblo,
del gobierno contra el pueblo,
de partidos tradicionales contra
el pueblo,
de guerrillas contra el pueblo,
de paramilitares contra el
pueblo,
de medios mafiosos contra el
pueblo,
del narcotráfico contra el
pueblo,
y de autoflagelación del pueblo.
Liliana Montaña y Oscar Cortes
nos deleitan con su obra y nos desnudan la problemática con sus causantes, nos
hacen reír con nuestro dolor más profundo, nos develan nuestro compromiso, y
nos recuerdan como hemos denigrado y ahondado más en nuestra miseria después del
gobierno de Gaviria; y desde ahí como lo exponen “…somos culpables por nuestro
pecado, por nuestro pecado neoliberal…”; la obra es más que un homenaje a las víctimas,
es un reclamo hacia la paz y hacia la justicia, que reclama el pago de nuestros
verdugos por sus crímenes (robos y matanzas). Si tiene la oportunidad de vivenciar ésta
obra, no dude en darse ese obsequio, recuerde lo importante del arte, lo genial
del teatro, y lo reconfortante de ver buen teatro. Desde acá muchos aplausos al
elenco y gracias por la generosidad de
su obra.
Hola, gracias por el post!
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