¿QUÉ TANTO TE CONOCES?
¿Qué tanto te conoces? Muchas veces creemos conocernos, tenemos espejos que nos dicen cómo nos vemos, y terceros que nos hacen sentir apreciados o no; nuestras conquistas, logros o aciertos nos han permitido tener certezas, que aumentan nuestra confianza en la realización de algunas tareas, actividades o destrezas; a veces les llamamos nuestras virtudes, nuestros dones, o utilizamos un “yo soy buen@ para…”; y si te dijera que además puedes ser buen@ en otros aspectos, o en todos; que el negarte a experimentar, probar, indagar otras maneras de hacer algo, puede disminuir tus posibilidades de crecimiento, incluso disminuir la calidad con que desarrollas eso en lo que te sientes virtuoso. Piensa en las actividades, o movimientos que ya no puedes hacer como antes... ¿Qué ha disminuido su eficiencia, será sólo culpa de los años, o habrá otros factores que afectan tu corporeidad?
“Pensar que en esta vida las cosas della han de durar siempre
en un estado, es pensar en lo escusado; antes parece que ella anda todo en
redondo, digo, a la redonda: la primavera sigue al verano, el verano al estío,
el estío al otoño, y el otoño al invierno, y el invierno a la primavera, y así
torna a andarse el tiempo con esta rueda continua; sola la vida humana
corre a su fin ligera más que el tiempo, sin esperar renovarse si no es en la
otra, que no tiene términos que la limiten”
El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha Segunda parte
Miguel de Cervantes Saavedra
Capitulo LIII
Cuando hacemos algo “bien”, estamos seguros de haber
encontrado la manera idónea de hacerlo, entonces abandonamos la búsqueda
y/o exploración de cómo más podemos realizarlo; esta nueva forma aprendida es
placentera porque nos asegura el éxito. Repetir esta forma que creemos la
mejor, nos hace retornar a la tensión continua de un grupo de músculos, de
distribuir nuestro peso de manera tal que obliga una determinada posición de
nuestros apoyos; dejando sobrecargados unos músculos y dando poca actividad a
otros; es así como surgen los hábitos; y por lo general estos desencadenan
posturas corporales poco útiles para el desarrollo pleno de otras actividades,
haciéndolas dolorosas y frustrantes de hacer; incluso llegando a disminuir o
impedir el accionar de las actividades que hacíamos “bien”. ¿Cómo cambiar los
hábitos, que al estar instalados se accionan inconscientemente?
Cuando observamos un reloj, cada pieza es importante, una mueve
a otras, y en conjunto mantienen la operación de la máquina, si quitas una lo
más seguro es que el reloj deja de funcionar; nuestros cuerpos son más
complejos aún, cada acción, cada movimiento involucra todo el ser, y muchas
veces algo que percibimos sencillo como levantar un dedo, está conectado a
cadenas motoras, interconexiones neuronales, etc. Y si el movimiento es más
complejo como levantar un pie, entonces entra a operar la gravedad, los puntos
de apoyo, el equilibrio, como se distribuye el peso corporal para sostenernos
erguidos, es decir, que casi todo nuestro cuerpo interviene en esa acción (si
no es que es todo); y exige que soltemos y tensemos algunos músculos, y muchas
veces no somos conscientes de ello. El precio de no ser conscientes de nuestra
corporeidad es usarnos de forma no adecuada, gastando más energía, tensando más
algunos músculos, por no distribuir mejor las fuentes de fuerza, es decir, al
no conocer todo el potencial corporal, usamos sólo las partes que creemos
involucradas (analizado externamente), y sobre esforzamos estos músculos, que
al ser sobre exigidos comienzan a estar siempre activos, siempre tensos; y si
les seguimos exigiendo aumentarán su tensión en estado de “reposo”, son
músculos que nunca descansan, y esto se manifiesta con cuerpos cansados, que
les cuesta mucho esfuerzo realizar alguna tarea, o que se cansan rápido en
cualquier actividad, incluso que les cuesta respirar. (¿Has sentido alguna vez
algunos de estos síntomas?)
El movimiento está ligado por cadenas musculares, los
músculos se interconectan y logran ser más eficientes cuando su operación
inicia o surge desde la raíz de su cadena; Si imaginamos que movemos nuestro
brazo desde el omóplato (escapula) y desde la clavícula será más eficiente
nuestro accionar que si lo imaginamos desde el hombro (este es quizá uno de los
factores de riesgo para los dolores de manguito rotador). Muchos orígenes
musculares (por no decir todos) surgen en la pelvis o cruzan por ella (para
muchas culturas el centro de poder emana de la pelvis). Movernos nos hace seres
vivos, tener varias opciones para resolver, para movernos; nos hace felices,
aumenta nuestra confianza en sí; no pretender hacerlo bien, es el camino para
experimentar, aprender, avanzar, y descubrir nuevas formas de sí hacerlo; y
posibilita al cuerpo para que todos sus músculos operen y descansen; al ser
eficientes en ello, no sólo serás virtuoso en algo, si no que todo lo que
enfrentes sabrás resolverlo eficiente e incluso virtuosamente. ¿Cómo lograrlo?
“Si no nos movemos, no necesitamos cerebro. Por ende las
plantas no tienen cerebro. Los seres multicelulares pueden cambiar de tamaño,
pueden cambiar de complejidad, pero si pensamos en la biología, las células
multicelulares en los animales son iguales, porque tenemos el mismo ADN, las
mismas proteínas, las mismas enzimas. Quiere decir que la evolución está
creando diferentes posibles soluciones.”
Rodolfo Llinás
Entrevista de Margarita Vidal publicada originalmente en la
Revista Credencial.
Moshe Feldenkrais describe en su libro Autoconciencia por el
movimiento en el subtítulo Los Cuatro Componentes de la Acción del primer
capítulo La Autoimagen:
“Nuestra autoimagen consiste en cuatro componentes que
intervienen en toda acción: movimiento, sensación, sentimiento y pensamiento.”
De estás cuatro llaves o puertas para modificar las acciones
que realizamos, transformando la percepción de nosotros mismos, para desde ahí
interactuar con el mundo; puedes usar la que más te agrade, pero ten seguridad
que al cambiar alguna de ellas, cambiarás el resto, pero sabemos que no es tan
fácil y manejable intentar cambiar sensaciones y sentimiento; y he podido
percibir que al cambiar desde la manera de pensar se corre el riesgo al
radicalismo (no en todos los casos) que tienden a excluir o no valorar
a quienes piensen diferente, aún así es un camino para generar cambios; pero
para mí y para muchos, el mejor camino es el movimiento; los hay conductistas,
libres, sugestionados por ritmos, o en silencio, en espacios vacíos y con todos
los obstáculos, los hay desde el deporte o desde la meditación; el camino que
elijas (si así lo deseas) es bien para ti, pero lo quizá más importante es
hacer este movimiento consciente; percibir que tanto de ti se involucra tanto
en correr, como en estar de pie, sentado, acostado y en posición invertida.
Mercedes Sosa “Cambia, todo cambia”
El mundo cambia, y no siempre aunque la circunstancia sea
similar, o casi idéntica, se comportará de igual forma (en ocasiones deseamos
vivir las mismas experiencias, con las mismas personas, con la misma
intensidad, pero nunca es igual), es por ello que el mundo casi que exige seres
humanos flexibles, dispuestos a responder aun en la sorpresa, sin afectarse (o
superando pronto la afectación) y con tolerancia a lo mutable (cambiante,
transformado); vivir cada día como si nada fuera estable, permite siempre
sorprenderse, disfrutar, luchar, jugar y también una continua y renovada conquista
por aquello que deseamos.
“Uno nunca se baña en el mismo río dos veces” Heráclito
Escucharnos y lograr ser conscientes al caminar, ir en
vehículo, o al estar estáticos, percibiendo que tensiones no son necesarias, y
que tanto podemos reducir; o poder mover en un rango casi imperceptible un
grupo de músculos, sin generar otras tensiones, es acercarse al dominio de
nuestro cuerpo, o poder usar mejor nuestro cuerpo y hacerlo más eficiente.
Porque al hacerlo le estamos brindando información a nuestro sistema nervioso
central, ordenando nuestras cadenas motoras, usando lo necesario para tener más
vitalidad; conocernos internamente para responder mejor en el exterior, en el
entorno, haciéndonos más seguros, más vivos. Si deseas conocerte un poco más,
te propongo un ejercicio de observación; ¿Qué tan distantes están tus rodillas?
prueba cambiar esta distancia durante esta semana cada vez te observes a ti
mism@, no busques hacerlo bien, permítete jugar y percibir qué cambia de
ti al tener tus rodillas en distintas distancias; luego de la semana mira que
distancia es mejor para ti, con cual te sientes más cómod@... ¿Es la distancia
habitual? ¿Es otra? Seguro después de esta semana sabrás más de ti, podrás
percibirte de otra manera, y serás más consciente de ti
mism@. Entonces surge la pregunta “¿Cómo me uso?” ahora si puedes
contestar... ¿Qué tanto te conoces?
Hernán Yllanas Grisales
Practicante Método Feldenkrais®
Practicante Método Feldenkrais®
Hola ,, si me gusto mucho el tema sobre todo cuando habla de como el cuerpo transmite lo que el alma siente ,,,, eso es cierto ... gracias por compartir el tema ....
ResponderEliminar