CURSO INTENSIVO PARA APRENDER A JUGAR CON SUS HIJOS
La
tarde de domingo me aventuré a ver una obra para público infantil, por vez
primera llegaba al teatro de La Maldita Vanidad; me atrajo a esta sala la obra “Un
Cuento Soñado”; donde los interpretes siempre con su compromiso actoral llenan
de magia cada una de las puestas en escena donde los he podido ver, con esa
certeza me aventuraba a ver una obra infantil, un poco temeroso de lo que podría
ofrecerme una puesta para este grupo etario. La sala pequeña y fraterna, una buena
atención como preámbulo, luego inicia la obra y yo postrado sobre mi
pensamiento analítico (quizá para algunos algo pretencioso) intentando
descubrir que le comunica la obra a los niños.
Luego me envuelvo en la acción y
no puedo parar de reír, la interacción con el público hace más viva y divertida
la obra; niños, jóvenes, adultos y adultos mayores se divierten como si no
existiera nada más. Yo quedo atónito al descubrir que la obra en realidad está
enseñando a los padres a jugar con sus hijos, a soñar con ellos y ampliar el
mundo onírico y su imaginación. La obra es perfecta para que los hijos lleven a
sus padres; para aquellos niños cuyos padres trabajan para “ganarse la vida”, y
llegan tan cansados que no saben cómo jugar con sus hijos, que se sienten agotados
(y creen que interactuar con los pequeños les cansará más); la obra recuerda lo
divertido que es jugar, y potenciar la creatividad de los niños; les invita a
elevarse al nivel del niño, y volar en el mundo mágico de la imaginación.
No
sólo salgo de la obra con la sonrisa en el rostro y en el alma, sonríe mi
agradecimiento para el elenco, para su contundente obra, por su potente
mensaje, por ver en el teatro para público infantil otra ventana para realizar
actos políticos contundentes, y sí, digo acto político, porque intentar dar la
oportunidad de niñez digna a un ser humano, constituye un cambio potencial a
futuro, con una humanidad no castrada desde lo onírico, una población futura
sin temores de imaginar y crear, una humanidad sin temor a amar, porque
disfrutaron de unos padres que los amaron desde el juego; y esos aportes son un
cambio potente, gigante y transformador del individuo; eso vivencié ese domingo.
Y si usted tiene la oportunidad de ver esta obra, les recomiendo que se
preparen para reír, soñar, y lo más importante; para volver a ser niños. Desde
siempre un aplauso para quienes hacen posible “Un Cuento Soñado”, y para todos
quienes propenden por aportar a la niñez; les tiento a ver la obra y a repetírsela,
yo iré el próximo fin de semana.
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